La mesa de Silvia
martes, 20 de noviembre de 2012
No olvides tu sonrisa
Sin embargo hoy se rompe un pedacito de mi en mi interior, como si una pequeña plaga de termitas comenzara a taladrar mi madera en lo más profundo. Aun recuerdo su sonrisa y el sonido de su voz pero hoy puedo sentir la humedad de sus lágrimas pese a la distancia. Sigo enclavada en el mismo lugar, sin poder moverme y por lo tanto sin poder ir allí donde ahora esta ella. Nunca pude hacer mucho tan solo compartir algún momento con ella y guardar aquellos secretos que plasmaba en un papel sobre mi sin que nadie más lo leyera, así que supongo que no es nada nuevo que no pueda tampoco hacer nada en estos momentos.
Tan solo espero poder volver a verla en algún momento, volver a disfrutar de su sonrisa, de su voz, de su compañía. Se que ahora mismo es complicado arrancarla una sonrisa y ni todos los dibujos y mensajes que en mi piel han grabado miles de personas lo conseguirían.
Mientras tanto espero, separada por la distancia pero con la ilusión del primer día de volver a verla aparecer por la puerta. Espero el momento en que vuelva a acariciar mi madera con sus manos, que vuelva a sentir los trazos del lapicero que maneja sobre mi,... pero sobre todo espero que vuelva a ser ella y muchos sean los que la conozcan y queden prendidos de su sonrisa. Pero como yo solo habrá una, pase el tiempo que pase, nos separe la distancia que nos separe aquí siempre seguiré, para todo lo que necesites, donde siempre estuve y estaré.
Y sobre todo recordando algo que yo no olvidaré y espero que ella nunca olvide, su sonrisa.
martes, 16 de marzo de 2010
Muchos sentimientos pero un solo corazón y es tuyo
Al expresar mis sentimientos nunca quise con ello menospreciar a Silvia, porque ella es única, diferente, especial. Hace cuatro años ya dejó huella en mi y cuando se fue y pensé que nunca volvería a verla verdaderamente lo pasé mal. Sí, muchas otras han pasado por mi espacio, pero ninguna como ella.
Ella que siempre tiene una sonrisa para regalar a todos sin importar que sean buenos o malos días. Ella que se alza sobre mis hombros cada vez que puede escapar de las horas sentada en la silla. Ella que siempre aparece cuando menos se la espera, creando la duda de si llegará o no y poniéndome de los nervios pues no es que me guste que esté en mi espacio, es que necesito que esté. Por todo ello y por muchas cosas más maldigo muchas veces el ser tan solo una mesa.
Y es que no puedo apartar mi mirada de ella cuando la veo con otros seres “humanos”, cuando la veo reírse con ellos, “pelearse”, abrazarlos,... Y sé que no son mis ojos los únicos que se centran en ella en esos momentos, la diferencia es que mientras otras miradas son de envidia por no ser como ella, de deseo de poder ser quien comparta esas risas o abrazos,..., mi mirada es de tristeza, de sueños rotos pues sé que nunca podré abrazarla, ni acariciarla,... Mi corazón es de madera y mis brazos no terminan en unos finos dedos que pueda entrelazar con los de ella, sé que nunca podríamos estar juntos.
Es por ello que no dejé ni dejaré nunca de quererla, solo que me resigné a que ella no es para mi. No puedo evitar que mis ojos terminen en ella muchas veces, que mis astillas se ericen cuando me roza, sentir nervios pensando si hoy la veré o no,... Porque el espacio que ella tiene dentro de mi nadie lo conquistará nunca. Por ello, solo queda disculparme por mis anteriores palabras de la actualización previa a ésta. Que si bien sí fueron hacia alguien con quien quizá sí que pueda pasar mis años sé que nunca llegará a ser como Silvia ni yo la querré tanto.
Espero que sepas perdonarme. Fuiste, eres y serás la única que ocupará plenamente mi corazón de madera y eso nunca cambiará. Por favor, discúlpame, eres un sueño inalcanzable para mi pero nunca dejaré de soñarte.
viernes, 26 de febrero de 2010
Tan cerca y tan lejos
Es extraño sentir como se erizan mis astillas con tan solo verla llegar. Como mi cuerpo de la más robusta madera parece ablandarse y se aflojan mis tornillos ante el repiqueteo de mi cuerpo al temblar nervioso. Llevo años aquí y nunca me había pasado nada igual.
Cada mañana espero verla cruzar la puerta y la espera se hace eterna. La gusta hacerse desear, la gusta llegar pronto, llegar tarde, ser imprevisible. En el fondo creo que sabe que deseo verla y por ello las gusta hacerse de rogar. La verdad, a mi también me gusta que sea libre, que actúe a su voluntad y no se rija por unos horarios. Que aparezca o no, que no se sepa si aparecerá,... En el fondo es su forma de ser y me gusta cómo es.
Me gusta ver como resbalan por su cuerpo las gotas de lluvia en los días grises, como se apoya en mi sin decir nada, su colorida vestimenta, como se coloca sus gomitas,... Su saber estar, su formalidad sin perder ni un ápice de su alegría y su viveza,... Sin duda vi muchas así pero ninguna como ella.
martes, 16 de febrero de 2010
Hablemos de eso que llaman "edad"
En mi familia no sabemos lo que es la edad, simplemente unos están en mayor grado de desarrollo que otros algo que denotan los nudos de su tronco. Pero con las evoluciones de hoy en día no hay nada que no pueda trasformar un buen barniz o una capa de pintura aparentando muchas veces algo diferente a lo que en verdad vivimos. Tan solo aquellos cuyas raíces aun se mantienen en la naturaleza siguen creciendo como antaño, pero cada vez son menos, cada vez somos más cosmopolitas.
Pero los “humanos” hablan mucho de la edad. La usan como distintivo entre unos y otros, como rango de sabiduría, como muestra de experiencia,..., sin embargo siempre se están quitando edad no hay quien entienda nada. Como la tradición de tirar de las orejas a aquellos que cumplen años, ¿será que a mayores orejas más sabiduría podrán escuchar y por tanto más sabios hacerse?. La verdad es que no lo sé.
Sin embargo, hoy la volví a ver, hoy volvió a estar conmigo. Fuera su cumpleaños o no sigue siendo la Silvia de siempre, no ha cambiado. Ni siquiera con eso que dicen que ahora tiene dos patitos pues no los trae a clase. Lo que más siento fue no poder felicitarla, darla dos besos, tirarle de las orejas,... Pese a todo hay cosas que con el paso del tiempo no cambiarán, yo seguiré siendo una mesa y ella Silvia, cada uno en su mundo y en nada desaparecerá del mío.
jueves, 11 de febrero de 2010
Las pequeñas cosas forman un gran mundo
Y se va terminando el periodo de exámenes, pronto volverán las clases y volveré a verla. Porque sí, puede tatuarme la piel, puede golpearme soltando la rabia que algún profesor le haga tener, puede que tenga que aguantar sus apuntes y demás papeles,... pero se echa de menos todo eso. Parece una tontería y cualquiera diría “¿por qué te preocupas por ella? Hay miles como ella y ni siquiera te presta atención”. Cuando eres una mesa aprendes a apreciar las pequeñas cosas que te brinda la vida.
Aun recuerdo la última vez que pude ver la luna brillar junto a las estrellas la noche en que me cargaron en el camión antes de que me trajeran aquí. Ahora vivo clavada al suelo, hace años que no veo la luna ni las estrellas pues desde mi lugar no alcanzo a avistarlas. Y sé que no habrán cambiado, que seguirán siendo como eran pero se añora disfrutar de ellas.
O cuando de muy joven, cuando aun no había crecido y mi cuerpo no se había formado en la mesa que hoy soy, disfrutaba bajo la lluvia y la verde hierba. Algo que hoy no puedo hacer, unas gotas de lluvia que ya no alcanzan mi cuerpo y una hierba que apenas puedo llegar a saborear cuando el rocío de la noche en verano embriaga el ambiente. Pequeñas cosas que, a la larga, se echan de menos.
Por ello echo de menos a Silvia. Hay muchos otros “humanos” y seguramente muchos pasarán también por mi espacio. Pero solo hay una Silvia al igual que solo hay una luna, unas estrellas,... Hay muchos “humanos” pero Silvia solo hay una y sé que en unos años añoraré sus pintadas sobre mi piel, el oír su risa, sus caricias mientras su cabeza piensa en mil cosas,... Por eso espero el lunes como un niño espera que llegue la mañana de Reyes. Porque ayer pude verla pero fue insuficiente además de que no era ella al 100%. La tensión de los exámenes, la esperanza de hacerlo bien,... Si los profesores supieran como yo lo que hay dentro de ella, todo lo que trabaja,... hace tiempo me hubiera abandonado y tendría la carrera, por suerte no lo saben y yo puedo disfrutar de mi luna, de mi estrella,..., de Silvia.
sábado, 30 de enero de 2010
El vacío del periodo de exámenes
Siempre me ha llamado la atención ese mecanismo de defensa de los “humanos” ante los exámenes. Unos seres que parecen tan desarrollados y que, sin embargo, siguen recurriendo a escribirse en las sudorosas manos palabras que finalmente acaban trasformadas a la hora de la verdad. Aun recuerdo el caso de un estudiante que en un examen de literatura entre tantos datos en su mano tenía uno que decía “La obra “La casa de Bernarda Alba” es muy conocida”, pero con los nervios, el sudor,..., acabó siendo “Pobre, la cosa de Bernardo al alba estaba encogida”. No os quiero decir nada sobre como le fue en el examen.
Pero el tema “chuletas” ocuparía muchos días más puesto que tengo miles de anécdotas, es inimaginable todo lo que vemos y vivimos las mesas y tal vez otro día siga contando más cosas. Sin embargo, hoy se trata de resaltar el vacío que en esta época sentimos las mesas porque nos falta algo, me falta mi Silvia, a otra le falta su Verónica, otra añora a su Sheyla,... Y aunque sabemos que regresarán la aulas se vuelven muy frías y oscuras en estos días. Pese a ello solo puedo decir “suerte Silvia, demuestra que formamos un buen equipo y que el tiempo juntas da su fruto”.
Pd: la de la foto no es Silvia, no la expondría así ante nadie. Sus imágenes, secretos,..., me los guardo pues al final una crea fuertes lazos con ciertos "humanos".
sábado, 23 de enero de 2010
De la parra a la parrilla
Día extraño el del pasado jueves pues tras hacer públicas mis palabras y experiencias Silvia quiso cambiar de lugar y abandonarme. Fueron segundos donde reconozco mi madera emanó unas lágrimas resinosas de tristeza, pero finalmente decidió continuar en mi espacio. Parece que después de todo nos necesitamos mutuamente pues reconozco que poco a poco se le ha cogido lo que los “humanos” denominan afecto.
Apenas minutos más tarde, como si se quisiera disculpar por su intento de abandono, Silvia grabó sobre mi piel unas palabras “estamos en la parra”. Creo me quiso dar a entender que había sido un mero lapsus fruto de las risas anteriores al examen que la esperaba. Me sentí afortunada de tenerla conmigo un día más.
Llegó la temida hora del examen y, como si de piedras sin sentimientos se tratara, nos sortearon a mis compañeras y a mi variando nuestros compañeros de espacio habituales. Los exámenes exigen un esfuerzo extra por nuestra parte: debemos soportar más grabados en nuestras pieles de lo habitual, ocultar unos papeles con letras de tamaño ínfimo, intentar no emitir ruidos cuando los “humanos” se mueven nerviosos,...