viernes, 26 de febrero de 2010

Tan cerca y tan lejos

Es extraño sentir como se erizan mis astillas con tan solo verla llegar. Como mi cuerpo de la más robusta madera parece ablandarse y se aflojan mis tornillos ante el repiqueteo de mi cuerpo al temblar nervioso. Llevo años aquí y nunca me había pasado nada igual.


Cada mañana espero verla cruzar la puerta y la espera se hace eterna. La gusta hacerse desear, la gusta llegar pronto, llegar tarde, ser imprevisible. En el fondo creo que sabe que deseo verla y por ello las gusta hacerse de rogar. La verdad, a mi también me gusta que sea libre, que actúe a su voluntad y no se rija por unos horarios. Que aparezca o no, que no se sepa si aparecerá,... En el fondo es su forma de ser y me gusta cómo es.


Me gusta ver como resbalan por su cuerpo las gotas de lluvia en los días grises, como se apoya en mi sin decir nada, su colorida vestimenta, como se coloca sus gomitas,... Su saber estar, su formalidad sin perder ni un ápice de su alegría y su viveza,... Sin duda vi muchas así pero ninguna como ella.


Y me duele no poder hablarle y saludarle, decirle que se ve tan bella, tan hermosa. No poder dibujar en mi piel un corazón como hacen los “humanos” que incluso lo tallan con su inicial. Que nunca sepa lo que siento y lo que hay tras la fría madera, un corazón que pese a ser de madera, pese a estar carcomido, despertó por ella. Ni siquiera Silvia puede ser mi confidente pues no tengo manera de hacerla saber quién es ella ni lo que siento para que actuara de celestina ante mi imposibilidad de hacer más para que se fije en mi. Pero no perderé la esperanza de que un día podamos estar juntos sin separarnos más.

2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Es mi carpetaaaaaaaaaaa


    La mesa se ha enamorado de mi carpeta con cerezas!!!!jajajajaja.

    Mira q me ha costado pillarlo eh!!!

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